Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 24
marzo 2024 - agosto 2024
ISSN 2313-9749
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas

Juan Carlos Yáñez Andrade, Los pobres están invitados a la mesa. La alimentación popular en Chile: 1930-1950, Santiago, RIL editores, 2023, 280 pgs.


Patricio Herrera

Universidad de Valparaíso. Valparaíso, Chile
patricio.herrera@uv.cl
ORCID: 0000-0001-9776-1911
DOI 10.46688/ahmoi.n24.457

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En 1931 el Primer Congreso de Alimentación Popular reunió en la ciudad de Valparaíso a una generación de médicos que tuvieron especial atención en cruzar diagnósticos sanitarios, sociales, económicos y culturales para atender el problema de la crisis alimentaria de los sectores obreros y pobres de las urbes, cuestión que se había hecho lacerante a partir de la Gran Depresión. Este congreso, a juicio de Juan Carlos Yáñez, marcó un antes y después a la hora de problematizar cuestiones tan importantes como la desnutrición, dieta e ingesta de alimentos, producción y distribución, salarios y consumo, nutrición y productividad, profesionalización de la carrera de nutrición y políticas sociales locales y nacionales.

Los pobres están invitados a la mesa. La alimentación popular en Chile: 1930-1950, autoría del destacado historiador Juan Carlos Yáñez Andrade, es una sofisticada reconstrucción histórica sobre un objeto de estudio novedoso y que presta atención a un problema que tiene intersecciones disciplinarias muy relevantes, dialogando con un nutrido “arsenal” de fuentes primarias y secundarias de notable diversidad y actualización. Por sus páginas hay un ejercicio intelectual que nutre y dignifica el oficio de historiar. Su investigación no es lineal ni esencialista, como tantas que se han publicado en los últimos lustros. Por lo mismo, su perspectiva tiene la virtud de afrontar un objeto de estudio que está descrito, explicado e interpretado en movimiento. Por sus páginas el lector tendrá la oportunidad de ir participando de la recuperación de testimonios, experiencias, debates, planificaciones, estadísticas, proyectos y soluciones, con un registro muy cultivado de hacer historia social, historia política, historia institucional, historia económica, historia cultural e historia de la medicina.

A través de nueve capítulos, se relevan aspectos de la alimentación popular sin investigación sistemática o escasamente esclarecidos por la historiografía, incluso descuidados por el propio gremio médico a la hora de narrar la historia sanitaria de Chile, tal como lo afirma el autor.

A la luz de los contenidos del libro es posible reflexionar varios aspectos, entre los cuales quisiera destacar los siguientes. Primero, en sus páginas se constata el desarrollo de una investigación histórica sistemática sobre la alimentación popular entre 1930-1950, objeto de estudio y periodización desatendida por la historiografía social y política de las últimas décadas. La investigación de Yáñez no se reduce al problema de la alimentación, sino que desde ahí se reconstruye la participación de múltiples protagonistas, cada uno con sus posiciones, que colaboran en fijar la atención sobre un problema que atravesó gran parte del siglo XX, como fue la subalimentación y las políticas sociales implementadas para superar flagelos estructurales, tales como desnutrición, mortalidad infantil, baja esperanza de vida, insalubridad y pobreza. En este sentido, el contenido de esta publicación que nos presenta Yáñez está relacionada con una agenda de investigación de más de dos décadas, cuyo interés es reconstruir el camino que debió enfrentar el Estado y sus instituciones, particularmente las de orientación social y cultural, para atender las demandas de trabajadores urbanos de diversos oficios, incluso profesionales. Sus trabajos anteriores, tales como Estado, consenso y crisis social (2003), La intervención social en Chile, 1907-1932 (2008), Gobernar es alimentar (2018), El tiempo domesticado (2020), Conozca Chile (2023), son resultado de su indagación por desentrañar la arquitectura de los saberes del Estado, sus burocracias, sus instituciones, su legislación y la interacción de todos los grupos de interés para instalar programas gubernativos que tuvieran impacto en el bienestar de la clase trabajadora, no reduciendo el poder del Estado exclusivamente a la confrontación, represión o coacción. En sus investigaciones, los protagonistas son sindicatos, federaciones, fábricas, industrias, partidos, parlamentarios, ministros, mandatarios, funcionarios internacionales y organizaciones globales, que le han permitido entender en detalle cómo funcionó el Estado, con sus bondades y sus yerros, para ir atendiendo cada vez con mayor peso técnico e integralmente las demandas de los trabajadores urbanos. Se trata de una agenda de investigación genuina y de un historiador con oficio, de un conocimiento excepcional de las fuentes y su modo de analizarlas.

Segundo, este libro, como los otros del autor, se hace cargo de un período histórico de profundas transformaciones políticas, sociales y culturales. El segundo tercio del siglo XX forjó instituciones, organizaciones y relaciones que se prolongarían durante el siglo XX, incluso en períodos de autoritarismo y de anulación democrática. En este contexto, es relevante que la contribución de Yáñez establezca con propiedad que hubo políticas dirigidas por el Estado, debatidas e instaladas tempranamente (1900-1950), concebidas con originalidad, mientras otras formaron parte de la influencia internacional, reconociendo que su materialización o sus fallos contaron con la participación de numerosos colectivos o grupos de interés. Todas cuestiones que matizan, con evidencia en las fuentes, que el Estado social no cobró robustez programática solo luego de 1950.

Tercero, este libro dialoga con la historiografía global, particularmente con la llamada historia transnacional. Lo que ocurrió en Chile en temas de alimentación popular, los debates médicos, las instituciones fundadas o la implementación de políticas públicas, formaron parte de un intercambio internacional, luego se adaptaron a las prioridades locales y buscaron un bienestar social de amplia cobertura en las familias trabajadoras urbanas. Así lo demuestran trabajos en otras latitudes, como los de Robert Fogel (Estados Unidos), Paulo Drinot (Perú), Joel Vargas (México), Stefan Pohl Valero (Colombia), Paula Caldo (Argentina), Sandra Aguilar-Rodríguez (México), José Buschini (Argentina), solo por referenciar algunos. Los pobres están invitados a la mesa forma parte de esta corriente histórica global, sin caer en la tentación de reproducir estereotipos o repertorios, aportando antecedentes originales que superan visiones historiográficas que interpretan ligeramente estos procesos como populismos o institucionales, restándole méritos por no fijar la atención exclusiva en los sectores subalternos o en la historia desde abajo.

Cuarto, queremos reiterar nuestra posición, señalada hace unos años, con respecto a la génesis de una historiografía popular en Chile, que se ha fijado temporalmente en 1948 en la persona del extraordinario historiador Julio César Jobet. Las páginas de Los pobres están invitados a la mesa refuerzan nuestra convicción de que hubo una masa crítica de intelectuales que fue asentando una versión de la historia social popular mucho antes. Basta ver las obras de E. Cruz-Coke o S. Allende para desafiarnos al menos a discutir si fue 1948 el momento de irrupción de una historia “desde abajo”. La descripción de las condiciones sanitarias, la realidad biodemográfica, la instalación de restaurantes populares, los huertos obreros, las encuestas de dietas y calorías consumidas por las familias populares, incluyendo numerosos informes de visitadoras, médicos, abogados, ingenieros, economistas, además de las memorias de grado de diversos profesionales nos hace sostener que hubo un conocimiento asentado y divulgado en diversos círculos sobre las formas de vida de los sectores populares urbanos y su participación en la vida republicana. Cuesta asimilar que Jobet y quienes siguieron sus pasos hayan iniciado una interpretación histórica original, omitiendo décadas de conocimiento social popular y sus fuentes.

A buena hora Juan Carlos Yáñez publica Los pobres están invitados a la mesa, una extraordinaria investigación que renueva las formas de hacer historia social, política y cultural.