La trayectoria de Gregorio “Goyo” Flores: su politización, experiencias sindicales y relaciones sociales (1959-1969)
Resumen: En el presente artículo abordaremos la trayectoria de Gregorio Flores previa a su intervención como dirigente en el Sitrac (Sindicato de Trabajadores de Concord, FIAT) y su adhesión al clasismo, en la década comprendida entre 1959 y 1969. Pondremos énfasis en aquellos aspectos y relaciones sociales que aportaron a su formación política y sindical y contribuyeron a su pasaje de un obrero católico, nacionalista y alejado de los ámbitos gremiales a un activista obrero y simpatizante de las organizaciones de izquierda.
Palabras clave: clase obrera – clasismo – politización – experiencia sindical
The trajectory of Gregorio “Goyo” Flores: his politicization, union experiences and social relationships (1959-1969)
Abstract: In this article we will address the trajectory of Gregorio Flores prior to his intervention as a leader in Sitrac (Sindicato de Trabajadores de Concord, FIAT) and his adherence to classism, during the decade from 1959 to 1969. We will emphasize those aspects and social ties that contributed to his political and trade union formation, as well as his transition from a catholic, nationalist worker far removed from union circles to a worker activist and sympathizer of left-wing organizations.
Keywords: working class – classism – politicization – trade union experiences
Recepción: 6 de febrero de 2022
Aceptación: 4 de agosto de 2022
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El presente artículo se propone analizar un aspecto de la trayectoria del dirigente sindical y político de izquierda, Gregorio “Goyo” Flores (1934-2011). Flores nació en Posta de Cejas, al nordeste de la provincia de Córdoba, el 24 de abril de 1934. Entre 1970 y 1971, fue dirigente del Sindicato de Trabajadores de Concord (Sitrac) y participó de importantes sucesos como el Viborazo. A fines de 1972, ingresó al Partido Revolucionario de los Trabajadores-Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), donde mantuvo una importante responsabilidad. Posteriormente, militó en el Partido Obrero, donde fue candidato presidencial en las elecciones de 1983. Desde 1971, se dedicó a escribir y publicar sus memorias a través de diferentes textos (Flores, 1971, 1994, 2004, 2006). Falleció el 11 de noviembre de 2011 a la edad de 77 años.
A partir de esto, surgen una serie de preguntas transversales en nuestra investigación: ¿De qué forma y cuáles fueron los elementos que operaron en el proceso de transformación de un obrero católico, nacionalista y sin participación gremial, en un activista sindical y de izquierda? ¿Cuáles fueron las experiencias que aportaron a su formación gremial, política e intelectual? ¿Qué vínculos políticos, sindicales y sociales logró constituir dentro y fuera de la fábrica para este propósito?
La radicalización obrera y el clasismo en Argentina, y particularmente en la provincia de Córdoba, es un fenómeno que ha sido abordado desde diversas perspectivas (Gordillo, 1996; James, 2006; Schneider, 2006; Mignon, 2014; Brennan, 2015; Harari, 2015; Ortiz, 2019; Laufer 2020a, 2020b). Nuestro trabajo se orientará hacia la reconstrucción del proceso de politización y combatividad de la clase trabajadora argentina desde la óptica de la trayectoria de Flores. Pondremos énfasis en el análisis de su actividad previa a su intervención como dirigente en el Sitrac y su adhesión a las ideas socialistas y al clasismo (1959-1969). En principio, nos proponemos formular una perspectiva que otorgue una mayor visibilidad a ciertos aspectos de la vida de Flores, como sus experiencias sindicales y sus vínculos sociales y políticos, en una etapa de su vida que no ha sido estudiada en profundidad. Cuando hablamos de una “trayectoria” nos referimos a una categoría conceptual cuyo resultado deriva de la interacción entre las personas; el modo en que reflexionan, comprenden e identifican su entorno; y las conclusiones que extraen de su participación o abstención en los conflictos sociales (Thompson, 2012, p. 29; Todd, 2018, pp. 508-509). Pozzi profundiza esta idea, al considerar la politización como un proceso que se traduce en “experiencias” que son “prismas a través de los cuales un ser humano considera el mundo que lo rodea” para luego tomar decisiones (Pozzi, 2020, p.47).
Entre nuestros principales insumos para elaborar este artículo, señalamos en primera instancia las memorias elaboradas por el propio Flores. Luego, es importante destacar la documentación escrita proveniente, principalmente, de los materiales del sindicato, y la prensa, tanto comercial como de las organizaciones partidarias. Por último, un aporte significativo fueron las entrevistas que realizamos a los familiares, compañeros de fábrica y partido como un complemento de las fuentes primarias y el testimonio de Flores. Consideramos que los testimonios orales cumplen un importante rol a la hora de profundizar sobres aquellos intereses y propósitos que motivaron a los protagonistas a llevar a cabo sus acciones (Portelli, 2016, pp. 30-31).
La adhesión a las ideas socialistas y el clasismo por parte de Flores no fue un proceso espontáneo y meramente circunscripto al ámbito fabril. Fue el resultado de la combinación entre su trabajo en Concord, los conflictos laborales de los que formó parte, y los vínculos que estableció dentro y fuera de su lugar de trabajo con otros obreros y militantes de diversas corrientes políticas, particularmente con aquellas provenientes de la izquierda. Su formación política e intelectual se construyó como parte de un proceso dinámico reflejado en las tensiones y conflictos, tanto con los sujetos con quienes compartió el espacio social como con el contexto histórico en el que le tocó desenvolverse. Su itinerario fue la expresión singular del proceso de radicalización y politización de la clase trabajadora durante la década del 60.
Sus primeros años en Fiat
Flores llegó a la ciudad de Córdoba en el año 1958. Allí, comenzaba a consolidarse un centro industrial que absorbía al contingente migratorio proveniente, principalmente, del interior rural de la provincia. La búsqueda de mejores condiciones de vida lo condujo tanto a él como otros jóvenes trabajadores a integrarse al mercado laboral. Al residir en el barrio Villa Rivera Indarte, ubicado dentro del cordón verde y periférico de la capital, la situación de Flores contrastó con la de otros obreros que se instalaron en las barriadas más cercanas a los centros fabriles como San Vicente, Nicolás Avellaneda, Santa Isabel, Ferreyra, etc. Es decir, no sufrió un total desarraigo de su vida silvestre en el monte cordobés al momento de ser “introducido al sistema de operaciones de la producción masiva” (Brennan, 2015, p. 109).
Con 25 años, y luego de un breve paso por un taller metalúrgico, Flores ingresó a trabajar en Fiat Concord el 21 de junio de 1959.1 Luego de IKA-Renault, Fiat se caracterizó por ser el segundo polo de mayor atracción de mano de obra, alcanzando el número de cinco mil obreros entre los años 1961 a 1965.2 Desde su primer día en la fábrica hasta aquel en que lo llevaron detenido en la puerta de la planta (19 de marzo de 1971), Flores se desempeñó en el área de inspección y recepción de materiales. Su trabajo consistía en el trazado de piezas para controlar la calidad, lo cual requería un alto nivel de precisión y concentración. Afirmaba que el trabajo de su sección era “muy complejo”, pero no dejaba de ser un “paraíso terrenal” para cualquier operario, sobre todo si se lo comparaba con secciones como forja o montaje, donde las tareas eran más arduas y la remuneración era menor (Pozzi, 1994, p. 4; Flores, 2006, p. 19; Harari, 2015, pp. 235-236). Por la particularidad de las tareas que desempeñaba, a la patronal se le complicaba encuadrar los tiempos de producción en su sección, y esto les daba un cierto grado de autonomía y condiciones de trabajo favorables. De acuerdo a su propio testimonio, al momento de ingresar a la fábrica Flores percibía un salario de $27.70 por hora y un total aproximado de $ 4.800 mensuales, sin contar las horas extras. Para él se trataba de “un sueldazo” (Flores, 2006, p. 17). A mediados del año 1959, el salario real de un trabajador bajo la categoría de “oficial casado” era de aproximadamente $ 3100.3
La fábrica se caracterizaba por dividirse en una serie de departamentos donde los operarios no contaban con las ventajas que Flores sí tenía en su área de trabajo. En la sección de forja se trabajaba con altas temperaturas y se manipulaban metales pesados como el mercurio, por lo que era frecuente que los obreros sufrieran problemas respiratorios, sordera e impotencia sexual. Se conocía a esta sección como el “cementerio de obreros” (Flores, 1994, p. 64). La situación era similar en el departamento de tratamientos térmicos. Allí, se realizaba el calentamiento de los metales y las aleaciones. Los trabajadores soportaban temperaturas muy elevadas durante su jornada laboral. Otro elemento que generaba fatiga y estrés, como fruto del intensivo esquema de explotación del trabajo, era el acople de máquinas en secciones como montaje, utillaje, etc. El propio Flores comentó que, en el transcurso de una jornada laboral, un operario podría llegar a trabajar en “dos o tres máquinas” de manera simultánea (citado de Harari, 2015, pp. 244-245).
En cuanto a lo gremial, durante sus primeros años en la planta, Fiat permitía el funcionamiento de organizaciones mutualistas y cooperativas, especialmente orientadas a la ayuda de los trabajadores para cuestiones puntuales tales como sepelios, fiestas de cumpleaños, ayudas económicas, etc. Era parte de sus prácticas paternalistas, para difundir entre su personal los valores como “comunidad” y “familia” basados en la armonía entre los intereses patronales y los de los obreros. Mientras, aplicaba un intenso esquema de explotación del trabajo basado en una disciplina rígida sobre el colectivo obrero.
En 1961, Flores, junto a sus compañeros de sección, conformó la “Cooperativa Obrera 21 de junio”,4 siendo electo presidente de la misma. El nombre de la cooperativa aludía a la fecha en que Flores ingresó a la fábrica, lo cual nos da un indicio de la importancia que tuvo para él este acontecimiento. Básicamente, las primeras actividades de la cooperativa estaban destinadas a la recaudación de dinero para casamientos, servicios funerarios o algún evento festivo. Su acción tenía un carácter fuertemente mutualista, al margen de las estructuras sindicales. Además, su buena relación con los capataces y jefes de sección, al igual que con sus compañeros de trabajo, le ofrecía a Flores un campo de acción que le permitía desplazarse durante su jornada laboral por el interior del establecimiento y organizar este tipo de actividades. Uno de sus compañeros recordó que en sus comienzos Flores “estaba muy encompinchado” con sus superiores, que le otorgaba “ciertas ventajas que otros operarios no tenían”.5
Sin embargo, esta práctica contrastaba con la de otros operarios que, en el año 1956, participaron en la conformación de una cooperativa orientada principalmente por delegados votados por sección, que eran los encargados de discutir las condiciones de trabajo con los representantes de la empresa.6 De todos modos, este tipo de organización fue de carácter transicional, dado que a partir de la presidencia de Frondizi y la aplicación de la Ley de Asociaciones Profesionales, retornó la actividad sindical. En el año 1958, los operarios de las plantas de Fiat en su mayoría se afiliaron a la Unión Obrera Metalúrgica (UOM).
El año en que Flores ingresó a la fábrica (1959) fue importante en cuanto a la radicalización y la agitación del movimiento obrero a nivel nacional e internacional. Hechos trascendentales, como la revolución cubana y los levantamientos anticoloniales en África y Asia, estuvieron acompañados de la idea de una polarización del mundo a partir de dos modelos socioeconómicos: el capitalismo y el socialismo. En Argentina, luego de la ocupación del frigorífico Lisandro De la Torre en el mes de enero de 1959, se desarrollaron importantes conflictos en varios sectores gremiales (James, 2006, p. 159). Durante la primera semana de julio, la UOM lanzó una huelga a nivel nacional exigiendo aumento de salarios. Apenas quince días después de haber ingresado a Concord, Flores estuvo alrededor de dos meses sin trabajar por la jornada nacional de lucha decretada por el gremio metalúrgico. En sus memorias, manifestó que no concurrió a su trabajo debido a que la producción de la fábrica había quedado paralizada (Flores, 1994, p. 2). En ninguno de sus escritos brindó detalles sobre la participación y composición del activismo durante el conflicto, y solamente se detuvo a realizar un breve balance de lo ocurrido.7 Esto nos permite afirmar que al haber ingresado recientemente y desconocer el funcionamiento gremial, prefirió quedarse en su hogar y esperar la orden de la empresa para retornar al trabajo. Su ignorancia sobre la política sindical debemos combinarla con una serie de factores. Por un lado, las condiciones salariales con la posibilidad de incrementar sus ingresos a través de las horas extras. Por el otro, una relativa afinidad hacia las actividades mutualistas, que contaban con el visto bueno de la directiva de la empresa, en detrimento de los delegados que ejecutaban medidas de fuerza para conquistar mejoras laborales (Flores, 2006, p. 28).
La primera acción gremial por parte de Flores no estuvo vinculada a la vida sindical y, mucho menos, a un conflicto de dicha índole. Su rechazo a la lucha de clases y cierta afinidad hacia las autoridades en Fiat, se asocia con su perfil al ingresar a la planta: un trabajador católico, nacionalista y anticomunista (Pozzi, 1994, p. 7; Sartelli y Camera, 2001, p. 1). De acuerdo a entrevistas y sus propios escritos, esta línea de pensamiento en parte se forjó por la influencia de su padres creyentes, la vida en el campo y el cursado en el colegio católico León XIII entre los años 1944 a 1949 (Pozzi, 1994, p. 7; Flores, 2006, p. 41).8
Punto de inflexión: primeras experiencias sindicales
¿En qué momento un obrero alejado de las estructuras gremiales, ligado a las actividades solidarias y cooperativas, y cercano a sus superiores, se convirtió en un activista radicalizado y un portavoz de los intereses del conjunto de los trabajadores de su fábrica?
Al respecto nos limitaremos a citar tres episodios que impactaron en su novel trayectoria. El primero transcurrió a comienzos del año 1962, cuando la empresa despidió al operario Carlos Nardini, acusándolo de hurtar una herramienta.9 Tiempo después, Flores comprendió que la razón del despido no fue el robo de una herramienta, sino que se vinculaba con que la patronal debía paralizar la planta por dos motivos centrales: “el abundante stock de tractores en la playa”, y que “la empresa no contaba con suficiente stock de materia prima y necesitaba una excusa para parar la producción” como consecuencia de la crisis que vivía la industria automotriz en 1962 (Flores, 1971, p. 2). A partir de este hecho, Flores comenzó a preguntarse si la empresa podía poner en juego la condición humana y moral de un trabajador, con el único objetivo de paralizar la planta para maximizar sus ganancias.
De esta forma, el compañerismo, la honestidad y la solidaridad que adquirió a lo largo de su vida familiar, escolar y laboral, llevaron a Flores a una conclusión: debía apoyar la lucha por la reincorporación del operario despedido. La huelga culminó con una derrota en la que, además de Nardini, fueron cesanteados doscientos trabajadores, se descontaron jornales, y la empresa impuso el premio a la producción, que equivalía a un sexto del jornal de un obrero. En su caso, Flores habría evitado su despido debido a su buen legajo y comportamiento, además de no estar catalogado como “activista” por su jefe de sección (Flores, 1971, p. 2; 1994, pp. 15-16). Sin embargo, el conflicto le otorgó una serie de enseñanzas. En primer lugar, comprendió que Fiat consideraba a los operarios como simples números, y no como personas que tenían familias, preocupaciones, etc. En segundo término, identificó el rol negativo que jugó un sector de la dirección del conflicto, perteneciente a la UOM, cuyos delegados defendieron los intereses de la empresa (Flores, 1994, p. 16).
El descontento hacia la directiva sindical, por parte de un importante sector de la base obrera, fue utilizado por Fiat para incrementar su presión para introducir los sindicatos por empresa. Además del Sitrac, surgieron el sindicato de trabajadores de Materfer (Sitram) y el sindicato de trabajadores de GMD (SitraGMD) que a partir de los primeros años de la década del 60, comenzaron a firmar convenios salariales y a impulsar elecciones de delegados en cada una de las fábricas. En este contexto, el segundo episodio relevante en la trayectoria de Flores ocurrió a mediados del año 1963, cuando la comisión directiva del Sitrac convocó a una asamblea para informar sobre las elecciones del cuerpo de delegados que iban a desarrollarse en el transcurso del año. Según su recuerdo, Flores se levantó, pidió la palabra y declaró:
“Compañeros acá nosotros no tenemos ningún respaldo gremial, porque si estos dos [señalando a Agüero y Vargas] que son de la comisión interna son los que carnereaban la huelga el año pasado ¿qué respaldo podemos tener?”, y la gente me aplaudía y todo eso, pero yo no dije nada más que eso. Al otro día me fueron a apretar a la sección. Fue la Comisión Interna a apretarme y me dice “si vos tenés tantas pelotas para salir ahí a denunciar, nosotros queremos que vos salgas delegado de acá, y te vamos a sacar delegado”. (Sartelli y Camera, 2001, p. 2)
Así, de modo espontáneo e imprevisto, Flores tuvo su primera intervención asamblearia. Además, recibió la felicitación de sus compañeros de trabajo quienes lo propusieron como delegado, a lo cual él se negó, alegando que no tenía los conocimientos suficientes para llevar cabo dicha responsabilidad.
El tercer episodio, transcurrió a comienzos de 1965, cuando se realizaron las elecciones para la comisión directiva y cuerpo de delegados en el Sitrac. Allí ganó una lista compuesta por militantes provenientes del Movimiento Obrero Radical (MOR), el Partido Comunista (PC), y los socialcristianos agrupados en la Asociación Sindical Argentina (ASA).10 Para Flores, esta nueva directiva había generado una expectativa en los trabajadores. De hecho, fue uno de los colaboradores para concretar su constitución y salió electo delegado junto con Carlos Germán, quien en aquel entonces era miembro del PC (Flores, 1971, p. 3).
Teniendo en cuenta estos tres episodios, podemos detectar un cambio sustancial en la trayectoria de Flores, caracterizado por una activa participación en los conflictos, las asambleas y su elección como delegado. Sin embargo, en aquel entonces consideraba que la actividad sindical no debía mezclarse con la política. Por ejemplo, relató una anécdota en donde miembros del Partido Obrero (Trotskista)11 [en adelante, PO (T)] se le acercaron y le plantearon que había que establecer una alianza entre los obreros vietnamitas y los de Concord, frente al imperialismo norteamericano.12 Flores les respondió: “Pero loco, escuchame una cosa, no nos ponemos de acuerdo nosotros acá, vamos a hacer alianza con los del Viet-Cong, ni sé quiénes mierda son” (Sartelli y Camera, 2001, p. 5). Luego, comentó que él fue uno de los operarios que durante una asamblea de fábrica abucheó a Germán por proponer como moción el repudio a la invasión de las tropas norteamericanas en Santo Domingo (Flores, 2006, pp. 68-69).
En resumen, si bien Flores participó de las luchas sociales y sindicales al interior de la planta, aún mantenía una actitud prescindente con respecto al panorama político general. Esta actitud se explicaba, en parte, por su rechazo hacia el comunismo y las ideas de la izquierda.
Sus primeras reflexiones
Flores participó de la huelga de Fiat Concord por la renovación del convenio colectivo, en junio de 1965. Además de negarse a abonar el incremento salarial exigido por el sindicato, la empresa decidió cesantear a un importante número de operarios. A su vez, la situación fue aprovechada por la directiva de la UOM que, en acuerdo con Fiat, envió a un grupo de matones para provocar a los dirigentes gremiales y entorpecer las negociaciones (Flores, 1971, pp. 3-4). No obstante, las acciones de los agentes del vandorismo contaban con el apoyo de un sector de operarios de Concord, que sostenían que la UOM debía mantener la representación sindical en la fábrica. Entre aquellos obreros se encontraba Francisco Páez, un trabajador del área de mantenimiento.13
El conflicto se agudizó con el intento de los obreros de ocupar la fábrica, lo que derivó en la represión por parte de policía.14 La huelga duró aproximadamente dos meses y culminó con el despido de la mitad del cuerpo de delegados y de la comisión directiva del Sitrac.15 Ante esta situación de acefalia, se convocó a elecciones sindicales. De esta forma, se formalizó el acuerdo entre la UOM y Fiat, que se expresó en la conformación de una lista afín a los intereses de ambos sectores. En diciembre de 1965, la lista Azul, encabezada por Jorge Lozano, conquistó la directiva del sindicato.16 Al igual que el conflicto en 1962, Flores evitó el despido dado que contaba con un buen legajo laboral.
Influido por la resolución del conflicto, en el año 1967 se negó a revalidar su mandato como delegado de sección y decidió cumplir su jornada laboral, sin realizar horas extras (Flores, 2006, p. 22). Es importante señalar que su negativa a formar parte del cuerpo de delegados coincide con el período de reflujo en el movimiento obrero argentino luego del golpe militar del 28 de junio de 1966 y la asunción de Juan Carlos Onganía como presidente de facto. Las principales medidas de parte del gobierno militar estuvieron dirigidas a eliminar aquellas conquistas laborales que no habían podido ser derogadas durante el período de la revolución libertadora (Schneider, 2006, pp. 268-276).
Con más tiempo libre, Flores comenzó el bachillerato para concluir sus estudios secundarios. En consecuencia, dejó de participar en las estructuras gremiales hasta el año 1970 (Flores, 2006, p. 29). De hecho, en sus escritos y entrevistas, no mencionó si concurrió a votar en los comicios sindicales de fines de 1965. De acuerdo a sus memorias, Flores comprendió que Fiat había forzado el conflicto, “esperó el momento de la discusión del convenio, y preparó un vasto plan para descabezar el movimiento, que aún no estaba maduro, pese a la combatividad y unidad de los obreros” (Flores, 1971, p. 4). En cuanto a los sindicatos por fábrica, en un primer momento creyó que esta medida era auspiciosa porque pensaba que podían conformar una organización autónoma, bajo los criterios de la solidaridad y la cooperación en la defensa de los trabajadores. Además, coincidía con algunos de sus compañeros en el papel negativo que había tenido la comisión interna bajo la dirección de la UOM, que en el pasado dejó pasar una serie de atropellos contra los trabajadores. Pero, sobre todo, entendió que el triunfo de Lozano, luego del despido de la mitad del cuerpo de delegados y la directiva del Sitrac, consumaba el acuerdo entre Fiat y Vandor (Flores, 1971, p. 8).
Cuando finalizó la huelga, Flores comenzó con nuevo brío a estudiar, indagar y formarse. En una librería del centro de la Ciudad de Córdoba, adquirió una serie de libros que, según su propio testimonio, marcaron su vida. El primero de ellos, fue la obra de José Ingenieros, El Hombre Mediocre. Fundamentalmente este libro le hizo valorar la importancia de tener un “ideal” que motorice su vida frente a la monótona actividad en la fábrica (Flores, 2006, p. 22). Estas lecturas le ayudaron a unir los cabos sueltos entres sus inquietudes y la experiencia vivida en los últimos conflictos en Concord. De acuerdo a Lecciones de Batalla:
Después, en el 65, con la huelga, yo encontré lo que estaba buscando: “acá hay que luchar por los ideales, acá esta”. Identifiqué la huelga con lo que había leído, con la lucha por un ideal. Que los hombres que tienen un ideal no se van a vender, la idea de que no todo hombre tiene precio, que hay gente que puede luchar por sus ideales. (Flores, 2006, p. 23)
Para Flores, la situación en la fábrica luego de la derrota de la huelga de 1965 era de “tranquilidad”, reflejada en la frustración entre los trabajadores por el desenlace del conflicto (Flores, 1971, p. 8). En su primera reconstrucción de los hechos, mencionó las elecciones sindicales de 1965 y 1968 como antecedentes previos a la recuperación del Sitrac, el 23 de marzo de 1970 (Flores, 1971, pp. 8-10). En las elecciones del 20 de diciembre de 1965, se presentó la lista Blanca, integrada principalmente por miembros de ASA, que habían integrado la comisión directiva antecesora. En los comicios obtuvo 46 votos, frente a los 364 votos de la lista Azul, encabezada por Lozano.17 Tiempo después, Flores interpretó que la lista triunfante había ganado las elecciones porque desplegó una campaña asociando a la lista opositora con el PC, para generar temor entre los operarios (Flores, 1994, p. 29). En los comicios de febrero de 1968 surgió la lista Celeste, compuesta por activistas, algunos de ellos agrupados en el PC. La lista fue proscripta y una parte de sus miembros fueron despedidos (Vianoli, 1972, p. 7; Laufer, 2020b, p. 193).
Además, desde el año 1967, en el cuerpo de delegados existía una minoría opositora a la conducción del gremio. Entre ellos, se encontraba Domingo Bizzi.18 Por último, en Lecciones de batalla solamente comentó su participación en la formación de una agrupación, “La Peñaloza”, junto a otros compañeros de sección (Flores, 2006, p. 105).19 A diferencia de la cooperativa 21 de junio, esta agrupación denunciaba la política de la empresa y la situación que vivían los trabajadores. Pero al igual que ella, tampoco tenía como objeto la intervención en los espacios gremiales, tales como el sindicato y el cuerpo de delegados.
¿Por qué Flores consideró intrascendente la mención y profundización de estos episodios que podrían constituir un antecedente de la recuperación del sindicato en 1970?20 Es importante remarcar que, en momentos de la redacción de su primer balance escrito en diciembre del año 1971, los sindicatos de Fiat habían sido disueltos por un decreto del gobierno militar de Agustín Lanusse, y sus miembros, entre ellos el propio Flores, fueron despedidos y encarcelados. En cierta forma, su cronología de los hechos se mantuvo igual en sus obras posteriores, las cuales tienen un denominador común: la ausencia de una profundización en aquellos episodios y la omisión de otros que protagonizó, prevaleciendo una visión negativa sobre el lustro previo a la recuperación del Sitrac. Incluso historiadores como James Brennan coinciden en esta apreciación al destacar que el fracaso de aquel conflicto “desalentó la participación sindical y minó la militancia obrera” (Brennan, 2015, p. 122).
La reconstrucción de las reflexiones y acciones de Flores luego del conflicto en Fiat de 1965 muestran que no existió una grieta entre la fallida huelga y la recuperación del Sitrac en el año 1970. En su caso, si bien no participó formalmente en el sindicato en esta etapa, se mantuvo interesado de los problemas que sufrían los trabajadores de la planta. Tanto las listas opositoras como la actividad clandestina a través del funcionamiento de agrupaciones y células partidarias (por ejemplo, La Peñaloza) reflejarían el proceso de reagrupamiento del activismo fabril en los primeros dos años del gobierno militar de Onganía (James 2006, p. 294; Schneider, 2006, p. 285). A pesar de tener, en un principio, un carácter aquiescente, disperso y molecular, fue adquiriendo un mayor impulso en 1968 con las luchas obreras a nivel nacional y provincial, como las huelgas de los petroleros de Ensenada y los operarios de Perdriel e IKA-Renault y otros conflictos previos al Cordobazo en el mes de mayo de 1969. Esta situación nacional fue parte de una coyuntura internacional con importantes sucesos como la resistencia del Viet-Cong, la primavera de Praga y el Mayo Francés entre otros.
Relaciones sociales y políticas
En Fiat Concord existían actividades sociales que permitieron a los obreros entablar vínculos más allá del ámbito laboral. Como mencionamos anteriormente, Flores integró la cooperativa “21 de junio” principalmente con trabajadores de su sección. La actividad mutualista, combinada con su buen desempeño laboral, le hizo ganar cierta autoridad entre sus compañeros de trabajo y frente a sus superiores. Esta autoridad, junto a sus primeras intervenciones en asambleas y medidas de fuerza, fueron factores que explican su elección como delegado en el año 1965. A través de la cooperativa, conoció a Alcides Mortigliengo, un operario de la sección de utillaje, testigo de Jehová e integrante de una mutual destinada a recaudar fondos para la construcción de viviendas para los operarios de Fiat.21 Al igual que Flores, se había ganado un respeto entre sus compañeros por su capacidad y honestidad.22
De manera simultánea a sus primeras intervenciones gremiales, entre 1962 y 1963 Flores comenzó a adquirir las publicaciones del grupo nacionalista católico de derecha Tacuara:23
Yo era nacionalista, yo siempre me reivindiqué como un nacionalista. Yo decía “yo soy nacionalista”, cuando yo escuchaba los grupos Tacuara, ¡qué mierda! Yo decía estos locos más o menos, yo no sabían ni qué pensaban, nada era por el nombre ¿no? Y bueno como en el campo uno es el gaucho… los gauchos… Martín Fierro, todo el patriotismo… todo eso tiene mucha vigencia ahí en el medio del gauchaje, entonces claro yo era nacionalista, entonces bué después empecé a evolucionar. (Pozzi, 1994, p. 7)
El motivo de su simpatía hacia Tacuara podría entenderse por la defensa de figuras históricas tales como Ángel Peñaloza, Juan Manuel de Rosas y Facundo Quiroga, quienes representarían los valores religiosos, ideales patrióticos y las costumbres que formaron parte de su entorno familiar, rural y luego escolar. Además, los materiales de Tacuara promovían una tradición clasista a partir de la reivindicación de las montoneras y el folclore gauchesco referenciado en el Martin Fierro de José Hernández y sintetizado en la consigna “civilización o barbarie” (Bardini, 2002, p.33).24 A su vez, un vecino suyo en barrio Villa Rivera Indarte, Mario Cerruti, con quien había entablado amistad, fue quien le acercó una serie de obras del escritor nacionalista católico Manuel Gálvez (Flores, 2006, p. 22). No obstante, este aspecto de su vida no deja de ser interesante, porque refleja la conformación de la conciencia de un obrero como un proceso complejo donde se entremezclan la experiencia de explotación y los conflictos en el trabajo, con la lectura de material relacionado con una corriente ideológica de derecha, que denunciaba la tiranía de un “pequeño núcleo” sobre el “pueblo trabajador”.25 Asimismo, es importante señalar que Tacuara, entre los años 1962 y 1963, experimentó una serie de rupturas por izquierda. Una de las más significativas fue el surgimiento del “Movimiento Nacionalista Revolucionario Tacuara” encabezado por el dirigente juvenil Joe Baxter (Bardini, 2002, p. 89).
Otro aspecto importante de sus relaciones sociales fue el referido a su intercambio con los obreros provenientes de la fábrica IKA-Renault, ubicada en el barrio de Santa Isabel, y la primera en la producción de automóviles en la industria automotriz en Córdoba, llegando a albergar, aproximadamente, a diez mil operarios (Gordillo, 1996, pp. 47-48). A partir del año 1963, Fiat comenzó a incorporar a obreros provenientes de IKA-Renault. Este contingente de trabajadores había vivido una amplia experiencia de luchas gremiales y estaba constituido por obreros de diversas tendencias políticas: peronistas, socialcristianas, comunistas y trotskistas. Entre aquellos operarios, Flores conoció a Carlos Masera, quien se desempeñaba en la sección de mantenimiento.26 Además de la relación con este grupo de operarios, Flores discutía con su cuñado, que trabajaba en IKA, lo cual podría constituir un claro ejemplo de las relaciones que se establecieron entre los trabajadores de ambas fábricas y que excedía los límites de los establecimientos.27
Luego de la huelga de 1965, se abrió un nuevo escenario en la trayectoria de Flores. Por su simpatía religiosa, entabló una relación con los miembros de la corriente socialcristiana. De hecho, comenzó a asistir a los cursos de economía y sindicalismo. Los cursos eran destinados a aquellos trabajadores que realizaban sus primeros pasos en la vida sindical. También versaban sobre aspectos como la concepción cristiana del trabajo, la economía y la sociedad. Este espacio le permitió a Flores plasmar todas las inquietudes que venía incorporando en sus diversas lecturas y que podemos resumir en la siguiente anécdota:
Había en Córdoba un cura que se llamaba Berkovich, que aparecía como un tipo muy progresista y daba muchas charlas para obreros […] Fui a varias charlas y en una de ellas le pregunté: “Padre, en todas esas reformas, esos cambios –porque él explicaba que el capitalismo y el socialismo habían fracasado y defendía una sociedad intermedia, que llamaba “comunitaria”, ni capitalista ni marxista–, ¿qué piensa usted con las riquezas que tiene la Iglesia en la estructura capitalista?”. El tipo se quedó frío y me dijo: “Bueno habría que ver si eso es cierto, hay que ver también que en la Iglesia hay una evolución, está la encíclica Populorum progressio de Pablo VI y todas esas reformas”. Me decepcionó por completo. (Flores, 2006, p. 23)
Su decepción podría radicar en que el principio de la encíclica de la Populorum progressio, elaborada por el papa Pablo VI y publicada el 26 de marzo de 1967, criticaba el enriquecimiento desmedido y más allá de lo necesario, pero sin cuestionar la acumulación y el lucro privado (Pablo VI, 2005, pp. 15-16).
Desde sus primeras intervenciones en asambleas y piquetes, los militantes obreros del PC estaban interesados en conformar un vínculo político con Flores. Desde 1959 hasta 1970, el PC tuvo una importante presencia sindical en Concord y en el sindicato metalúrgico. El contacto con Flores fue gracias a Germán, delegado y compañero de sección. Su amistad con Germán comenzó previamente al ingreso de Flores a la fábrica, más precisamente cuando estudiaban dibujo técnico en la Escuela General Roca en la ciudad de Córdoba. De hecho, en aquel espacio comenzaron las primeras discusiones hacia el comunismo.28 Además de contar con delegados y participar en la comisión directiva del Sitrac en 1965, el PC editó un boletín sindical, La Mulita, donde difundía los problemas de los obreros en la fábrica. En un principio, la imagen que Flores tenía del comunismo era de un profundo rechazo y lo consideraba una “cuestión diabólica”.29 Pero a través de las conversaciones con los miembros del PC fue modificando su postura. Incluso, en un curso de ASA llegó a manifestar por qué no se establecía una alianza táctica con los comunistas, lo que fue rechazado rotundamente por los socialcristianos. Este episodio, sumado a otros, motivó su alejamiento de la corriente socialcristiana (Flores, 2006, p. 23).
Flores, también, entabló un vínculo con los miembros del PO (T), a través de Alfio Taverna,30 delegado en la sección de tratamientos térmicos y responsable de una célula de la organización en Concord.31 Entre otros temas, debatieron sobre la huelga de 1965.32 A partir de algunas coincidencias, Flores comenzó a modificar gradualmente su percepción sobre las organizaciones de izquierda. Pasó de verlos como personas “de otro planeta” a considerarlos individuos “buenos y corajudos” (Flores, 2006, p. 27). Por último, sus vínculos con el PC y el PO (T) lo acercaron a la bibliografía marxista. El acercamiento a las organizaciones de izquierda se desenvolvía mientras Flores seguía manteniendo su independencia de cualquier organización política y sindical (Sartelli y Camera, 2001: 8).
Sin embargo, es importante dejar en claro que la influencia de la literatura marxista no significó que Flores abandonara sus posturas nacionalistas. Se trató de un complejo proceso donde fue relativizando ciertas ideas, a medida que intercambiaba opiniones y participaba de otros espacios dentro y fuera de la planta. Esto se puede apreciar en la agrupación “La Peñaloza” donde, por un lado, se combinaba la simpatía hacia el caudillo provincial que se opuso el centralismo de Buenos Aires y el rechazo a la dirigencia gremial en el ámbito nacional, reflejada en la figura de Vandor (Sartelli y Camera, 2001, p. 9). Concretamente, lo que aparenta ser una ruptura en su pensamiento podría tratarse de una continuidad subyacente a partir de nociones como “clase obrera”, “liberación”, “reivindicación” e “ideal” presentes en las memorias de Flores (Flores, 2006, pp. 20-24).
Además, sus ideas sobre el socialismo tuvieron una nueva proyección, cuando Flores estableció vínculos con miembros de Vanguardia Comunista (VC) y el Partido Comunista Revolucionario (PCR), en la medida que se distanciaba del PO (T) y el PC. En el caso del PO (T), Flores comentó que se fue alejando de aquella organización por los escritos de su principal dirigente, J. Posadas, en los que sostenía la existencia de vida extraterrestre estructurada en sociedades basadas en el modo de producción comunista (Posadas, 1968). De modo despectivo, se refirió a estos trabajos y a los militantes trotskistas como el “hazmerreír de la gente” (Sartelli y Camera, 2001, p. 5). Esta crítica coincide con el retroceso más general que sufrió la organización en el marco de su llamado a constituir un partido obrero basado en los sindicatos. Dicho llamado incluía a sectores provenientes del peronismo y del PC, que, si fuese necesario, debían jugar un rol de dirección a lo largo de este proceso.33 Esta táctica suponía que aquellas corrientes provenientes de los movimientos nacionalistas, como el peronismo, y de los estados burocráticos, como el PC, “cumplirían una función progresiva dentro de la tendencia objetiva hacia el socialismo” (Mignon, 2020, p. 803).
En una entrevista del año 1994, Flores afirmó que sus vínculos con militantes de VC y el PCR databan del año 1968. Sin embargo, las investigaciones sobre la relación entre los activistas de Sitrac y las organizaciones de izquierda, particularmente VC y PCR, ubican su actividad a mediados del año 1970, luego de la recuperación del Sitrac (Ortiz, 2018, p. 215; Laufer, 2020a, pp. 753 y 760). Ricardo Piglia, que militó en VC a finales de la década del sesenta, comentó en una entrevista:
Andrés Rivera se dirigió a la provincia de Córdoba porque los militantes de VC tenían contacto con obreros de Concord, especialmente dos tipos que son capos de ahí, uno que se llama Masera y otro que se llama Flores, y otro que no me acuerdo, pero eran tipos ligados al maoísmo a la nueva izquierda (…) eran tipos que en aquel momento eran los dirigentes del Sitrac-Sitram con el que tenían una relación muy fluida, porque había un cambio en la estructura del sindicato. (Tarcus, 2019, p. 52)
Con respecto al PCR, Flores sostuvo que tuvo reuniones con un importante dirigente, en donde dialogaron sobre sus diferencias con el PC, el comunismo y el régimen socialista (Pozzi, 1994, p. 8). Además, debatieron acerca de la participación política de los trabajadores en la vida de los sindicatos y el carácter de la Unión Soviética, como referencia para el conjunto del movimiento obrero. En ese sentido, recuerda que le planteaban: “A Rusia nosotros le criticábamos muchas cosas, pero un obrero ruso no tiene problemas de vivienda, no tiene problemas de salud, no tiene problemas de educación, esas necesidades básicas de la gente están satisfechas” (Flores, 2006, p. 31).
Tiempo después, Flores deslizó que el motivo de su distanciamiento de los militantes del PC estaría vinculado a algunos hechos históricos como el apoyo a la “Unión Democrática” en 1946 y a la “candidatura de Arturo Frondizi en 1958” (Pozzi, 1994, p. 9). Posiblemente, a partir del intercambio teórico con miembros del PCR, Flores pudo haber profundizado sus diferencias políticas con el PC. Desde los años 40 esta organización enfatizó la necesidad de una alianza con sectores de la burguesía nacional en pos de alcanzar el socialismo a través de una vía pacífica. Para el PCR, las raíces históricas de esta táctica de alianzas, cuyo corolario fue “la desviación oportunista del partido” y la expulsión de los militantes disidentes que constituyeron el CNRR, tuvo una manifestación, por ejemplo, en la integración del PC a la Unión Democrática en las elecciones nacionales de febrero de 1946.34
Más allá de no contar con una fecha precisa sobre su distanciamiento del PO (T) y el PC, por un lado, y el inicio de sus vínculos con VC y el PCR, por el otro, el testimonio de Flores manifiesta su necesidad de indagar y aprender sobre ciertas categorías teóricas y políticas relacionadas con las ideas socialistas, como resultado de sus lecturas e intercambio de ideas. En otras palabras, sin las relaciones sociales que estableció a lo largo de su itinerario, no podríamos obtener indicios sobre sus movimientos y discusiones, que fueron contribuyendo a establecer sus definiciones políticas. El desarrollo del clasismo no se puede comprender en su totalidad si no se tienen en cuenta los vínculos entre un sector de los operarios de Concord y las organizaciones de izquierda. Al igual que una fracción de trabajadores en los 60, Flores sintió la necesidad de defender sus intereses de clase, recuperar sus organizaciones sindicales y profundizar su acercamiento hacia las organizaciones de izquierda en virtud de conquistar el socialismo.
Conclusión
El análisis en torno a la trayectoria de Gregorio Flores nos permite una aproximación al estudio de un sector de la clase obrera argentina que intentó tender un puente entre su actividad gremial y la esfera política, particularmente con aquellas organizaciones partidarias que bregaron por el socialismo. Su itinerario formó parte de un proceso histórico más general de radicalización sindical y política de la clase obrera durante los años 60.
Como pudimos demostrar a lo largo de este artículo, la formación sindical y política de Flores durante la década del 60 fue el resultado de tres factores que actuaron de manera dinámica y simultánea. En primer lugar, la experiencia en el ámbito fabril marcado por las relaciones de producción capitalista y las luchas llevadas a cabo por los operarios de Fiat frente a las políticas de la empresa y la docilidad de la dirigencia gremial. En segundo término, los lazos sociales que estableció dentro y fuera de la fábrica, que le hicieron comprender y tomar conciencia sobre la situación de explotación que vivían los obreros. En tercer lugar, este momento de su vida se integra a una coyuntura histórica más general, cuyos eventos nacionales e internacionales, como la revolución cubana y la crisis del peronismo, nos permiten reconstruir el tránsito de sectores con ideas derechistas a tomar posturas más radicalizadas. Fue de este modo, un proceso lento y contradictorio, en el cual Flores fue matizando su resistencia a las ideas comunistas para, paulatinamente, comenzar a adherir a los postulados provenientes de algunas organizaciones de izquierda.
Queremos destacar en este marco de contradicciones que las reflexiones y las lecturas, como resultado de la combinación de su experiencia y vínculos personales, contribuyeron a que Flores concluyese que era necesario dar un paso cualitativo para transformar la realidad. Creemos que estos factores deben ser ponderados a la hora de abordar estas experiencias sociales durante la próxima etapa de su trayectoria: su participación en la recuperación del Sitrac y su adhesión al clasismo.
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Entrevistas utilizadas
Francisco Páez, vocal del Sitrac, Buenos Aires, año 1993. Realizada por Diego Salerno.
Gregorio “Goyo” Flores, exmiembro del Sitrac, 20 de mayo de 2008. Realizada por Damiana Mecca.
Domingo Bizzi, exsecretario adjunto del Sitrac, ciudad de Córdoba, 26 de marzo de 2018. Realizada por el autor.
Carlos Masera, ex secretario general del Sitrac, ciudad de Córdoba, 30 de noviembre de 2018. Realizada por el autor.
María Flores, hermana de Gregorio Flores, ciudad de Córdoba, 4 de diciembre de 2018. Realizada por el autor.
Carlos “Vasco” Orzacoa, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores y amigo de Gregorio Flores, ciudad de Córdoba, 19 de diciembre de 2018. Realizada por el autor.
Alfio Taverna, ex delegado y vocal del Sitrac y exmiembro del POT, Ojo de Agua, 17 de mayo de 2020. Realizada por el autor.
1. La empresa italiana arribó al país en 1954 adquiriendo la fábrica de tractores correspondiente a las Industrias Mecánicas del Estado (IME). Con el correr del tiempo, Fiat diversificó sus actividades en la provincia de Córdoba a partir de tres establecimientos fabriles. De allí surgieron la planta de Grandes Motores Diesel (GMD), la de material ferroviario (Materfer) y, por último, la planta de tractores y automóviles (Concord). Además de estas tres fábricas, Fiat abrió una planta en Caseros, provincia de Buenos Aires, y en Sauce Viejo, provincia de Santa Fe.
2. Memoria y Balance general de Fiat Concord, año 1961, p. 11; “Informe preliminar sobre el conflicto FIAT”, Revista Pasado y Presente nº 9, Buenos Aires, abril-septiembre de 1965, pp. 64, Archivo Cedinci.
3. La Voz del Interior, Córdoba, 20 de agosto de 1959, p. 9.
4. Entrevista a Gregorio “Goyo” Flores.
5. Entrevistas a Carlos Masera y a Domingo Bizzi.
6. Entrevista a Francisco Páez.
7. A través de los diarios locales, pudimos indagar que el ausentismo por parte de los obreros de Concord fue del 90%. Véase La Voz del Interior, 28 de agosto de 1959, pp. 10-11.
8. El colegio León XIII es un instituto perteneciente a la orden mercedaria y se encuentra ubicado en el barrio Villa Rivera Indarte en la ciudad de Córdoba. A través de las congregaciones, se recorrían las regiones más pobres de la provincia y se reclutaban a los niños para que puedan cursar la carrera de seminarista. En cuanto al corte ideológico, el León XIII publicaba la Revista xaria y El Faro. En dichas publicaciones, consideraban al comunismo “el principal enemigo de la humanidad y del hogar” por difundir “una propaganda verdaderamente diabólica”. Véase Revista Mercedaria nº 351, 15 de agosto de 1945, p. 178.
9. Los Principios, Córdoba,2 de marzo de 1962, p. 9.
10. La Asociación Sindical Argentina estaba enrolada en la Central Latinoamericana de Sindicalistas Cristianos (CLACS) y en la Confederación Internacional de Sindicalistas Cristianos (CISC). En el primer número de su periódico, Acción Sindical, sostenía la idea de un gremialismo que defendiese la “dignidad de la persona humana” y del más “humilde de los trabajadores”. En Acción Sindical nº 1, abril de 1963, p. 3. Los sindicatos y agrupaciones socialcristianas destinaban una gran parte de los recursos al financiamiento de cursos y seminarios de formación sindical (Oberlin, 2009, p. 9; Scodeller, 2011, p. 317).
11. El Partido Obrero (Trotskista) fue una corriente de izquierda que adhirió al programa de la IV Internacional. Su principal dirigente fue Homero Rómulo Cristalli, también conocido por su seudónimo, J. Posadas.
12. A mediados del año 1965, el PO (T) llamaba a los obreros de Fiat a constituir un “Gran Frente Único Antiimperialista” compuesto por diversas tendencias políticas, entre ellas los peronistas y comunistas. En Voz Proletaria nº 400, 28 de julio de 1965, p. 8.
13. Páez ingresó a Fiat Concord en el año 1956, proveniente de la IAME. En Concord, además de organizarse en las cooperativas, participó en una agrupación peronista en la UOM hasta el golpe de estado en el año 1966. Entre 1970 y 1971, fue parte de la dirección del Sitrac como vocal y luego como delegado. Véanse “Planilla de liquidación de Francisco Páez”, noviembre de 1971, Archivo Sitrac, Subarchivo nº 8, Ficha nº 9, y entrevista a Francisco Páez.
14. La Voz del Interior, 27 de julio de 1965, p. 11.
15. “Informe preliminar sobre el conflicto FIAT”, Revista Pasado y Presente nº 9, Buenos Aires, abril-septiembre de 1965, pp. 60-61, Archivo Cedinci.
16. La Voz del Interior, 26 de diciembre de 1965, p. 16. Lozano era un obrero proveniente del área de auxiliar de forja que participó de la huelga de 1965. En “Historias de una trinchera”, Boletín mecanografiado de la agrupación Comisiones Obreras (orientada por Vanguardia Comunista), agosto de 1970. Archivo Sitrac, Subarchivo nº 19, Ficha nº 32, p. 11.
17. La Voz del Interior, 26 de diciembre de 1965, p. 16.
18. Bizzi ingreso a Fiat Concord luego de la derrota de la huelga de 1965. Ocupó un cargo en la comisión directiva del Sitrac entre 1970 a 1971 como secretario adjunto. En “Planilla de liquidación de Domingo Bizzi”, noviembre de 1971. Archivo Sitrac, Subarchivo nº 8, Ficha nº 9.
19. Entrevista a Gregorio “Goyo” Flores.
20. En primer lugar, los miembros del Movimiento de Recuperación Sindical o la Lista Celeste además de denunciar su proscripción, plantearon la elección de una comisión provisoria a través de una asamblea general para convocar, nuevamente, a elecciones en un lapso de tiempo. Se trataría de un antecedente a la comisión provisoria votada en la asamblea del 23 de marzo de 1970.Véase La Voz del Interior, 15 de febrero de 1968, p. 13.
21. Mortigliengo ocupó el cargo de secretario de actas del Sitrac entre 1970 y 1971. En “Boleta electoral con lista para comisión directiva”, boleta electoral de la lista Celeste y Blanca, 7 de julio de 1970. Archivo Sitrac, Subarchivo nº 2, Ficha nº 1.
22. “Recuerdos de Clavero”, en Archivo de Sitrac, Sindicato de Trabajadores Concord, Subarchivo 12, Ficha nº 1, 15 de julio de 1984, p. 4. Entrevista a Carlos Masera.
23. El Grupo Tacuara fue una organización nacionalista conformada por jóvenes estudiantes inspirados en la falange española. Reivindicaban a Juan Manuel de Rosas, Angel “Chacho” Peñaloza, Facundo Quiroga, entre otros caudillos, y su bandera estaba compuesta por la Cruz de Malta en una clara alusión al catolicismo (Gillespie, 1987, p. 75; Bardini, 2002).
24. Ofensiva nº 11 (Extraordinario), noviembre de 1962, pp. 10-11; “25 de mayo 1810-1963”, panfleto del Grupo Nacionalista Tacuara, mayo de 1963. Archivo Topo Blindado.
25. “Por Dios y la patria”, panfleto del Movimiento Nacionalista Tacuara, año 1963. Archivo Topo Blindado.
26. Masera ingresó a Fiat Concord aproximadamente en el año 1964. Fue miembro de la comisión provisoria y secretario general del Sitrac entre 1970 y 1971. En “Planilla de liquidación de Carlos Masera”, noviembre de 1971. Archivo Sitrac, Subarchivo nº 8, Ficha nº 9.
27. Entrevista a María Flores, hermana de Gregorio Flores.
28. En entrevista a Gregorio “Goyo” Flores.
29. Entrevista a Carlos “Vasco” Orzacoa.
30. Taverna ingresó a Fiat Concord en el año 1963. Fue parte de la recuperación del sindicato, ocupando un cargo como vocal entre 1970 y 1971. En “Planilla de liquidación de Alfio Taverna”, noviembre de 1971. Archivo Sitrac, Subarchivo nº 8, Ficha nº 9.
31.En la década del sesenta el PO (T) tenía un importante trabajo en el SMATA y la UOM donde conformaron fracciones que actuaban como agrupaciones sindicales. De esta forma, surgieron Fracción Trotskista Mecánica y Fracción Trotskista Metalúrgica, respectivamente (Almeyra, 2013, p. 187). Además de Taverna, en Concord se encontraban Miguel Paz y Manuel Pérez como miembros orgánicos del partido, y Páez como simpatizante (Menéndez, 2009, p. 28).
32.Entrevista a Alfio Taverna.
33.Voz Proletaria, nº 632, 6 de setiembre de 1970, p. 3.
34. “Informe del Comité Nacional”, documento elaborado por la dirección nacional del Partido Comunista-CNRR, noviembre de 1968, p. 13. En Archivo Sitrac, Ficha nº 1.