Laura Fernández Cordero (comp.), Feminismos para la revolución. Antología de 14 mujeres que desafiaron los límites de las izquierdas, Buenos Aires, Siglo Veintiuno, 2021, 254 pgs.
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Si cada generación debe reescribir la historia en base a las nuevas coordenadas ideológicas de su tiempo, es indudable que en estos últimos años tienen un lugar preponderante las transformaciones historiográficas alrededor de las perspectivas de género. No otra cosa sucede con la antología que reseñamos, que desde el título nos anticipa un cruce múltiple: feminismos, en plural, descartando una visión unívoca de esta concepción, y aceptando su sentido más amplio, referido a una denuncia del estatus social de las mujeres y un reclamo por lograr una solución, sea cual fuere el lugar que quienes escriben le otorgan a esa reivindicación en su propio universo ideológico. Pero la especificación llega con el complemento final: “para la revolución”. Es decir que, de todos los feminismos, se recogerán algunos (no todos) que hayan buscado una solución radical para la situación de la mujer. Como veremos, se apunta a escritos sediciosos, aunque no necesariamente (no solamente) dirigidos a favorecer o acompañar una revolución política, proletaria o comunista. Los textos nos hablan de una sedición política, pero también moral, a veces escrituraria, que intenta transformar la sociedad pero también la vida cotidiana de los lectores y, sobre todo, las lectoras.
Para acompañar esta lectura, Fernández Cordero se ha reservado un lugar secundario en la presentación de los escritos: no narra una biografía comprensiva de las autoras, sino que nos presenta, con brevedad y precisión, una personalidad, alternando apreciaciones generales con las informaciones sustanciales que necesitan los lectores interesados para entender la vida y las circunstancias en que fue producido el escrito. Tampoco la “Introducción” pretende ser una explicitación de las ideas feministas de la compiladora. Al revés, allí se aclara que la antología es el registro de un largo diálogo entre los feminismos y las izquierdas, diálogo donde hablan los dos y ambos escuchan, ya que la antología “busca contrapesar el efecto de novedad de la marea feminista”. Es decir: no se piense que el feminismo nació hace diez años, no se piense que el feminismo es el único que puede intervenir en la elaboración de un proyecto social.
La antología comienza con un texto de Claire Démar, feminista sansimoniana que a los 34 años se quitó la vida, desencantada con el final escandaloso del espacio donde militaba y sobre todo por haber pregonado en un par de folletos una libertad sexual radical, que fue rechazada por sus mismas compañeras de militancia. La inclusión del feminismo sansimoniano en primer lugar nos parece un verdadero hallazgo de la antología, ya que los registros de la historia del feminismo, incluso de trabajos eruditos, suele comenzar con las sufragistas inglesas de fines del siglo XIX. Aquí Fernández Cordero hace justicia al que fue el primer movimiento político de reivindicación de la emancipación femenina, en contacto estrecho con los primeros balbuceos del socialismo, y los lectores de la revista Archivos saben que desde nuestro primer número estuvimos atentos a este movimiento. Le sigue un texto de Charles Fourier, verdadero precursor de la denuncia de la condición subalterna de la mujer en la sociedad. (Esto nos lleva a constatar que Fernández Cordero, en su “Introducción”, afirma que la antología “reúne catorce nombres y sus textos”, mientras que la casa editora, más atenta al factor comercial, afirma en la tapa que se trata de “catorce mujeres”, sin considerar que son once mujeres, dos varones y una mujer trans.)
En tercer lugar, se incluye un texto de Flora Tristán, quien supo plantear la doble opresión de la mujer, explotada por el burgués y sometida por maridos y padres, y buscó anudar el vínculo entre la emancipación de la mujer y la liberación del proletariado. Los textos de Jenny D’Héricourt y Joseph Déjacque, conocido autor del relato utópico El Humanisferio, terminan de conformar un panorama de las discusiones en torno al feminismo en la Francia del siglo XIX. En particular el texto de Déjacque presenta una necesaria polémica contra los conceptos reaccionarios de Pierre J. Proudhon, quien no sólo era contrario a la emancipación de la mujer sino que afirmaba que entre la prostituta y el ama de casa no existía término medio.
Una segunda sección, aunque no sea presentada como tal, reproduce textos alrededor de la Revolución rusa y el socialismo de comienzos del siglo XX: Clara Zetkin, Rosa Luxemburg, Alexandra Kollontay y Emma Goldman. Los de Kollontay y Goldman son textos autobiográficos y se destacan por ser los más extensos y los más interesantes del libro. En esas memorias, dos destacadas militantes de izquierda se enfrentan a las decisiones que deben adoptar en su vida cotidiana, haciendo equilibrio entre sus ideas generales y las reacciones del entorno. En parte, la carta de Rosa Luxemburg a su pareja Leo Jogiches cumple un rol similar. El texto de Clara Zetkin, relativamente conocido, se destaca porque registra las opiniones de Lenin sobre las discusiones en torno al problema sexual entre los jóvenes, consideradas por el líder bolchevique como un obstáculo para la lucha revolucionaria. Clara Zetkin calla y deja hablar al líder de la revolución de octubre. ¿Opina Lenin como marxista o como conservador? ¿Es una mera recomendación táctica (en la antesala de la revolución en Alemania los jóvenes no deben distraerse con estas cuestiones) o una indicación programática para un largo período transicional? En todo caso, estas opiniones forman parte del diálogo que la antología quiere representar.
En un tercer bloque que podríamos ubicar en Sudamérica, se recogen, entre otros, fragmentos del periódico anarquista La Voz de la Mujer, textos de Ana Piacenza, anarquista y participante de la guerra civil española, y de Maria Lacerda de Moura, anarquista brasileña de principios del siglo XX. Sobresale allí el reclamo a los varones del movimiento social, y en particular a los militantes, a que no se conviertan en un obstáculo más para la libertad de las mujeres, tema que no es excluyente en este grupo de textos sino que recorre buena parte del volumen.
Sin ánimo de cuestionar la antología, ya que tiene un carácter explícitamente personal, se evidencia una ausencia de textos ingleses pertenecientes a las primeras décadas de reflexión sobre la situación de la mujer. Los trabajos de Anna Wheeler y William Thompson, fourieristas, y de Harriet Taylor y John Stuart Mill, liberales, podrían haber completado una reflexión europea sobre el problema. También se podría objetar la ausencia de los dos principales teóricos marxistas del siglo XIX que indagaron en este asunto, Friedrich Engels y August Bebel, o quizás no haber realizado una contextualización de las afirmaciones de Lenin ante Clara Zetkin. Pero, en defensa de la selección realizada, debemos recalcar que no se trata de una antología con carácter historicista, que deba transitar cada uno de los pasos del debate entre feminismo e izquierdas, sin olvidar ninguno, sino que se recogen solamente aquellos momentos en que la interpelación fue más fogosa y el diálogo puede proporcionar elementos nuevos al necesario debate que feminismo y revolución atraviesan en este siglo XXI.
Como aclara la compiladora en la “Introducción”, no estamos en presencia de una antología canónica, que trate de presentar una historia abarcativa, esencial, final, del feminismo, sino que se trata de una antología, hasta cierto punto personal, pero que sobre todo no intenta desarrollar las ideas esenciales que dieron forma al feminismo de hoy. ¿Cuál es el eje vertebrador de los textos que se presentan aquí? Como anticipamos en los primeros renglones, se trata de textos transgresores, muchos de los cuales no entraron en las tradiciones del feminismo, textos feroces, escritos con rabia y con desesperación, escritos heréticos incluso para el feminismo. Podemos decir que se podrían intentar otros caminos y recorridos, pero tampoco es una antología literaria. Es una antología que se puede leer como una novela, pero no porque narre situaciones ficticias sino por la fuerza de las ideas que recorren sus escritos, ideas precursoras, ideas olvidadas, ideas imposibles, todas cautivantes, sugerentes, indigeribles. Si algo no encontramos en este libro son textos conformistas, razonables, que confían en las reformas y en el sentido común para modificar la situación de la mujer en la sociedad.
En definitiva, una antología que tiene la virtud de dirigir la mirada de lectoras y lectores, especializados o no, hacia lugares no tan evidentes de la historia del feminismo, a través de textos que se convierten en verdaderos hallazgos para la comprensión de una corriente de pensamientos que atraviesa la historia del movimiento obrero y de las izquierdas como un verdadero vendaval.