Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda, nº 19
septiembre 2021 - febrero 2022.
ISSN 2313-9749
Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas

Juan Dal Maso y Ariel Petruccelli, Althusser y Sacristán. Itinerarios de dos comunistas críticos, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2020, 296 pp.


Ignacio Nicolás Cognigni
https://orcid.org/0000-0002-5876-1772  

Universidad Nacional de Córdoba, Argentina

Cita recomendada: Reseña de Juan Dal Maso y Ariel Petruccelli, Althusser y Sacristán. Itinerarios de dos comunistas críticos, Buenos Aires, Ediciones IPS, 2020, 296 pp. https://doi.org/10.46688/ahmoi.n19.334

***

Althusser y Sacristán. Itinerario de dos comunistas críticos es un estudio profundo que constituye una recuperación justa y a la vez crítica de la obra de ambos intelectuales. Justa porque recupera la obra de un filósofo muy poco conocido como Manuel Sacristán, que ha tenido una elaboración muy lúcida y original en torno a problemas de interés y debate contemporáneo. También porque presenta una lectura alternativa a las canónicas sobre Althusser, que repara en su propia visión autocrítica de madurez y que no cae en el reduccionismo de limitar su pensamiento a la etapa “estructuralista”, o la visión que de él presenta E.P. Thompson en Miseria de la teoría. Por otro lado, es una recuperación crítica porque intenta leer las producciones de ambos autores en sus propios términos, encontrando sus nudos y contradicciones, las posibles soluciones que le quisieron dar a los problemas políticos de su tiempo y las lagunas que inherentemente todo pensamiento tiene. Desde esta perspectiva, la obra es tanto una muy buena introducción general al pensamiento de ambos autores como un aporte a la historia intelectual de los marxismos de la posguerra.

La obra está divida en tres apartados generales. El primero, “Las batallas de Althusser” y el segundo “El realismo revolucionario de Manuel Sacristán”, están dedicados a las trayectorias de ambos filósofos, sus obras e intervenciones políticas. Por último, “Teoría y praxis en dos filósofos marxistas de la segunda posguerra” aborda comparativamente algunos aspectos específicos de sus producciones intelectuales: la noción de ciencia en el marxismo, sus lecturas de Antonio Gramsci y las bases desde las cuales propusieron repensar el marxismo y la política de los PC en Europa.

Los autores comienzan con la reconstrucción del proyecto político-intelectual de Althusser, centrado en completar un vacío dejado por la obra de Marx: una filosofía dialéctica y materialista, original, desprendida de sus residuos hegelianos, sistemática y conceptualmente rigurosa. Desde la perspectiva de Althusser, Marx habría elaborado esta filosofía, pero la habría dejado en estado práctico, utilizándola como base para escribir El capital, pero nunca plasmándola en una obra sistemática y publicada.

Siguiendo este eje, los autores marcan diversos planteos en las principales obras de Althusser que vendrían a ser la base para una reflexión del método marxista: la noción de sobredeterminación, los diversos niveles de generalidad que cada conocimiento posee o la noción de corte epistemológico. No se presentan estos conceptos en un recorrido lineal a través de la obra de Althusser, sino que marcan oportunamente los diversos “giros” en su pensamiento, explicitados por él mismo o visibles a la luz de los vaivenes políticos de su momento. Podemos ver entonces un Althusser estructuralista, que sostiene la idea de una historia “sin sujeto”; o una vuelta al humanismo “antiteoricista”, al rescatar elementos de la subjetividad y dudar de la preeminencia de las estructuras impersonales.

En este recorrido, los autores parecen leer a Atlhusser en el marco de un derrotero. No porque no haya podido abordar o destrabar las dificultades teóricas que enfrenta, sino por la propia autolimitación de su intervención política, que lo lleva a no ser tan crítico frente a la dirección del Partido Comunista francés, la cual desconfiaba de las ideas del filósofo. Así, el pensamiento de Althusser parece renguear desde la perspectiva de los autores, o por lo menos su pierna filosófica avanzar más deprisa que su pierna política. Excepto en los momentos en que la lucha de clases se impone, cuando la realidad golpea como un baldazo de agua fría. Aquí y en otros pasajes, el libro parece caer en una cierta fetichización de los análisis “centrados en la lucha de clases”, cuando los autores consideran que estos son en sí mismos más fructíferos que las investigaciones teóricas y filosóficas más abstractas. Esto lleva a hacer confusa la distinción formal entre tomar la lucha de clases como objeto de análisis y tener en cuenta el contexto de lucha de clases para encarar una investigación cualquiera sobre la realidad social.

El segundo apartado se centra en Manuel Sacristán. Su obra es más diversa y fragmentaria, pero presenta un hilo en común: la reafirmación del marxismo como una filosofía de la ciencia rigurosa, con capacidades de construir conocimientos, con una operatividad metodológica que permitía abordar la realidad y transformarla de acuerdo a determinados fines políticos. Por eso sus escritos tienen una clave mucho más reflexiva, abstracta y solo en apariencia ajena a los problemas concretos de la coyuntura. Sin embargo, abordó problemáticas específicas como la crítica ecologista al desarrollo o debates en torno a feminismo y marxismo.

Las nociones de inmanentismo, totalidad e historicidad son las claves de su perspectiva sobre la ciencia y cómo esta debe abordar el mundo, corriendo los velos de la ideología (leída en el sentido que Marx y Engels le dieron en La ideología alemana) y el sentido común. Al igual que Althusser, considera que hay una incompletitud en la obra de Marx y Engels, que no sistematizan sus perspectivas científicas, y que, en ocasiones, como en el Anti Dühring, expresan puntos de vista que denotan una inmadurez del pensamiento filosófico. En este sentido, los autores rescatan un principio metodológico en la obra de Sacristán que bien debería ser tenido en cuenta en la actualidad: diferenciar la exégesis de la obra de Marx, totalmente necesaria, de la continuación de su tradición, paso imprescindible dada la necesidad de construir un sistema filosófico y una base científica sólidas.

El último capítulo nos remite a una discusión en claves más actuales, donde se abordan los numerosos entrecruces posible entre los pensamientos de ambos autores. Considero valioso rescatar uno de los señalamientos que hacen Dal Maso y Petrucelli: ambos filósofos eran conscientes de los enormes avances de la “ciencia burguesa” (siendo a la vez críticos de esta noción propia del Diamat), y consideraban que era necesario que el marxismo se pusiera a la altura, empezando por los cimientos de un proyecto científico que saliera de los callejones sin salida en los que se habían metido los diferentes marxismos de principios de siglo XX.

Althusser y Sacristán constituye un gran aporte al estudio de dos intelectuales marxistas poco rescatados o leídos parcialmente. Y es también una lectura indirecta de los procesos de lucha de clases que atravesaron los movimientos obreros de España y Francia, y la claudicación de sus partidos con la política del eurocomunismo. En ese sentido, cumple el objetivo de construir una hipótesis de lectura más compleja y no reduccionista del pensamiento de estos autores y fundamentarla en base a un riguroso análisis de sus obras, documentos personales y más importantes intervenciones políticas. Sin embargo, el libro podría haber provisto mayores aportes a este campo de estudio si se hubiera posicionado en relación a otras lecturas sobre las obras de estos autores y los marxismos de la segunda posguerra. Algo se esboza sobre la emergencia de numerosos estudios y eventos científicos en torno a la figura de Althusser, pero no se ahonda en un estado de la discusión de estos temas en el ámbito de la academia, ni en el mapa político de las organizaciones y tendencias de izquierda.
Finalmente, considero que volver a plantear la validez de nociones como las de totalidad, necesidad o determinación en el marco del surgimiento y la consolidación de epistemologías fragmentarias, con racionalidades limitadas y excluyentes, nos da aire fresco para superar las falsas dicotomías entre objetividad-subjetividad o las formulaciones dogmáticas como las del Diamat.