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Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda es una publicación científica de historia social, política, cultural e intelectual, que tiene como objetivo impulsar la investigación, la revisión y la actualización del conocimiento sobre el movimiento obrero y la izquierda, tanto a nivel nacional como internacional.

Archivos está abierta a aportes científico-académicos de autores de distintas disciplinas sociales, tanto desde una perspectiva marxista como desde otros enfoques que contribuyan a dicho propósito.

Es una publicación semestral, con referato externo y anónimo. Las colaboraciones deben ser originales y no estar sometidas simultáneamente a evaluación en ninguna otra publicación. Los artículos firmados no expresan necesariamente la opinión del Comité Editor.

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El movimiento obrero y la izquierda, en la Argentina y en el mundo, tienen una historia extensa y variada. El proceso de su conformación y desarrollo hunde sus raíces más de un siglo y medio atrás. El análisis de sus recorridos permite la comprensión de una expresión significativa de la sociedad contemporánea, en donde se entrelazan múltiples planos de la experiencia humana colectiva. Por la vastedad y complejidad que presentan como objeto de estudio, incluso en el nivel mismo de su definición, la tarea de investigarlos implica un reto. Archivos de historia del movimiento obrero y la izquierda se propone asumir este desafío. Lo hace desde la propuesta de una publicación científica de historia social, política, cultural e intelectual, de carácter interdisciplinario, cuyo radio de interés posee límites conceptuales, temporales y espaciales amplios.

La categoría movimiento obrero posee una larga tradición en el campo historiográfico y, más en general, en las ciencias sociales. También en el de los discursos y las prácticas políticas. Presupone la conformación de los trabajadores como clase e introduce, deliberadamente, la existencia de un sujeto consciente, distinguible e históricamente determinado. Si un antiguo pero recurrente debate tiende aún a problematizar el peso que adquieren las determinaciones estructurales o las experiencias subjetivas en la constitución de la clase trabajadora, es obvio que la referencia al movimiento obrero implica la asunción de un nivel de análisis más maduro: da por sentada la existencia del proletariado (como sujeto de explotación del capital), la resistencia a la opresión por parte de “los que viven del trabajo” y el reconocimiento de los intereses propios que éstos asumen, en oposición a los apropiadores de la riqueza social. La lucha de clases, la conciencia de clase y la organización de clase, así como las formas políticas en que éstas se aceptan, definen y canalizan, son la materia prima básica que signan la conformación y el devenir del movimiento obrero en la historia, que nunca puede pensarse como una voluntad indeterminada de la acción del capital y el Estado. Nuestra revista se propone el examen privilegiado de estas dimensiones, sin desatender, lógicamente, todos los procesos que incidieron en los trabajadores en su condición de productores, explotados, ciudadanos y consumidores, o atravesados por conflictos de género, étnicos y raciales. Por otra parte, quizás apenas haga falta precisar que el movimiento obrero, en términos historiográficos y teóricos, no puede ser confundido con los liderazgos o las representaciones que hablan en su nombre, o reducido a una exclusiva configuración sindical (como muchas veces se lo ha hecho), pues se trata de un movimiento social de amplias incumbencias y atributos políticos, culturales, intelectuales e ideológicos.

No existe una tradición política internacional más estrechamente vinculada a los avatares del movimiento obrero que la de la izquierda. Quizás, este último se trate de un concepto más lábil e impreciso que el de movimiento obrero. Puede entendérselo bajo el significado de una cultura de oposición e intento de superación de la realidad social imperante, históricamente emergida en un proceso de delimitación y confrontación con la moderna sociedad burguesa, y por ello, inicialmente definida por un horizonte socialista. Que la interpretemos como una categoría singular (poseedora de ciertos rasgos distinguibles y relativamente homogéneos), no significa olvidar, por otra parte, la heterogeneidad que la recorrió desde sus comienzos. Capturar esa riqueza y variedad a lo largo de la historia, en la que se presentan una gran cantidad de objetos de análisis (ideologías, programas, estrategias y tácticas, discursos, polémicas, formas organizativas, modalidades de intervención, prácticas socio-culturales, influencias y liderazgos políticos e intelectuales), es otra de las aspiraciones de nuestra revista.

Ni el movimiento obrero ni la izquierda pueden ser cabalmente entendidos como fenómenos históricos disociados. Hacerlo, sería mutilar la comprensión de ambos sujetos. Acaso, ¿debe vislumbrarse al primero como una posición objetiva en la que no incide de manera decisiva el actor político-ideológico? Al mismo tiempo, ¿es posible dar cuenta de la izquierda como si se tratara de ideas, identidades o estructuras políticas que flotan desencarnadas de cualquier entramado social? Precisamente, dado que nos inclinamos a una respuesta negativa a estos dos interrogantes (lo cual implica un distanciamiento efectivo de los determinismos objetivistas en el análisis de la clase y de los subjetivismos culturalistas o politicistas en el de las izquierdas), uno de los asuntos que queremos indagar en esta publicación con especial interés es el de los lazos orgánicos establecidos entre el movimiento obrero y la izquierda. Esto no supone renunciar a la exploración de los aspectos específicos que distinguieron a cada uno, sino apostar al notable enriquecimiento del enfoque teórico, metodológico e historiográfico que se consigue al colocar el examen relacional y el doble objeto de estudio como marco de referencia. Más aún, la propuesta es aportar al conocimiento de los distintos modos en los que ambos coadyuvaron a su constitución. Y, también, a los modos a través de los cuales el socialismo y el marxismo, como teoría y como praxis, se convirtieron en mediadores de ese vínculo.

Todo esto exige, necesariamente, dilatar el ángulo de indagación con una mirada histórica que discurra de manera combinada por las distintas dimensiones reconocibles en los procesos y fenómenos en cuestión. La apelación que hace Archivos a la necesidad de una exploración interdisciplinaria (en el que concurran los múltiples aportes de la historia, la sociología, la ciencia política, la antropología, la filosofía, así como los estudios culturales, literarios, de género o étnicos, nacionales y raciales), no es una mera declamación de intenciones. La perspectiva del marxismo está concebida como eje articulador de esta publicación, a la que podrá sumarse todo aporte que pueda contribuir a un debate y una ampliación del saber acerca del movimiento obrero y la izquierda. No pretendemos estancarnos en una posición defensiva o conservadora. Nos delimitamos de quienes condenan a estas temáticas como agotadas o intrascendentes, la mayor parte de las veces sin superar las supuestas limitaciones que vendrían a combatirse y para exhumar categorías o argumentaciones carentes de originalidad, relevancia, capacidad explicativa o contenido crítico. En muchos casos, ello ocurre porque esas impugnaciones representan posiciones teórico-políticas que se asientan en la hostilidad a la izquierda; en otros, por la simple adopción oportunista y superficial de ciertas modas intelectuales. Desde luego, ello no nos hace renunciar, sino todo lo contrario, nos instiga, en tanto consideramos que estamos ante un campo de estudio aún pleno de potencialidad, a la búsqueda de renovación y actualización conceptual.

¿Sobre qué recorte espacial y temporal se orienta el análisis en nuestra revista? Las fronteras pretenden ser generosas, incluso deliberadamente ambiciosas. Por supuesto, la Argentina será priorizada en nuestras exploraciones y convocatorias. Entendemos que el país es un caso apropiado para encarar este tipo de estudios, pues ha conocido el desarrollo de una precoz y rica experiencia del movimiento obrero y la izquierda. Pero pretendemos desbordar estos límites, no sólo al inevitable contexto latinoamericano, sino también a los territorios más vastos de la arena mundial. Queremos estudiar la realidad de otros países y acercarnos a la producción de autores del exterior, traduciendo, discutiendo y reapropiándonos de los mejores aportes que estén a nuestro alcance. La presencia mayoritaria de investigadores extranjeros en nuestro Consejo Asesor, que irá ampliándose con la incorporación de referentes de otros países y continentes, es una evidencia de este empeño. Este enfoque universalista se motiva por varias razones. La más obvia es la necesidad de capturar la propia dinámica global (y muchas veces con explícitos propósitos “internacionalistas”) en la acción de los sujetos aquí explorados, así como apelar al cada vez más reclamado análisis transnacional y comparativo de las distintas experiencias y casos. Pero también porque uno de los rasgos que tendió a afectar al estudio histórico del movimiento obrero en nuestro país ha sido el de un nacionalismo estrecho. Se trata de un provincialismo que muchas veces hizo un culto de la excepcionalidad lugareña, sirvió para ignorar los evidentes vínculos de los actores en juego con el exterior o fue el camino para desatender los avances teóricos y empíricos que la historiografía y las ciencias sociales en general hicieron sobre el tema en el exterior. Por otra parte, el lapso histórico que nos proponemos examinar no conoce exclusiones: desde los orígenes del movimiento obrero y las corrientes socialistas hasta el tiempo presente.